viernes, 23 de enero de 2009


 

Toda la flora extremeña en el

Jardín Botanico de Coria


 

E n el Jardín Botánico de Coria siempre es primavera. Enclavado en las afueras de la ciudad y construido sobre un antiguo vivero
de árboles, alberga toda la flora autóctona extremeña. Se trata de una herramienta pedagógica para los educadores ambientales, para los profesores de instituciones de enseñanza, para los colectivos ecologistas y para la sociedad en general.

El visitante puede ir descubriendo los diferentes ecosistemas de la región en las diversas parcelas del jardín.

A la entrada; el invernadero, en donde a modo de laboratorio, se realizan trabajos de aclirnatización de algunas plantas y se llevan a cabo diversas experiencias de crecimiento y producción.

Sobre nosotros; un curioso tejado verde tapizado por plantas en jardineras y rupícolas. Un tejado al que el visitante puede acceder y desde allí divisar, las diferentes secciones que conforman el botánico.

A la salida del invernadero; desde una plaza en forma de media luna arranca la avenida central que deja a ambos lados el alcornocal y el robledo, el encinar y el arboretum de frutales.

Un camino de piedra invita a dejamos rozar porlos brezos y las escobas, los arces ylas cornicabras, los labiérnagos, mestos y quejigos, los durillos y los jazmines que ornamentan el conjunto al lado de las jaras blancas, los madroños y finalmente, los alcornoques.

Aquí encontramos plantas bulbosas o rizomatosas, fritilarias y gladiolos silvestres, narcisos y peonias engarzadas entre rocas de granito, plantas aromáticas y verdes de fondo, otorgados aquí por el hipérico o hierba de San Juan, que este santo siempre debe andar entre las cosas de Coria.

El robledal nos expulsa a la coberturadel árbol más remarcable del betA-nico. Un gran plátano, con un afortunado crecimiento natural, libre de podas, que se refleja en su más deveinticinco metros de altura y que dan cobijo a un huerto de plantas aromáticas. esencieras y medicinales, que hacen las delicias de quien deja arrastrar su mano para captar después de ella sus perfumes.

Aquí se turnan jaras yjagüarzos con los romeros y cantuesos, coscojas y arranclanes. Junto con los acebuches y los perales silvestres dan la impresión de que la naturaleza cambia no sólo de protagonistas sino de paisajes y escenarios. Es una parcela que se combina con un ligero arburetum de frutales que comienza con loros y olivos para continuar con melocotoneros, guindos, almendros, naranjos y limoneros.

En el centro del jardín una pantalla semicircular de chopos negros nos anuncian la proximidad de la ribera. Un estanque resume la vida que, cercana a] agua, se da en la naturaleza extremeña. Está enmarcado por sauces, alisos, olmos, fresnos, chopos y zarzas, y deja el espacio para que las espadañas, los juncos y la mentas construyan el refugio de dos ánades. Por la superficie navegan las ranas sobre hojas denentifares blancos y amarillos. En un lugar así no pueden faltar las colecciones de lirios, ni las cañas, ni los reptiles y pececillos, presas más de una vez de una pareja de martines pescadores que utilizan el olmo más cercano corno atalaya.

Por detrás, esta parcelase abre en un bosquete de olmos que dan refugio a mirlos, picos, petirrojos. verdecillos, jílgueros y oropéndolas y tristemente, también ahogo de la grafiosis.

Un final inesperado sorprende al visitante. Un túnel se introduce en el interior de una zarza. Es la manera de comprender el interior del matorral, de observar la maraña de refugios para las aves y los pequeños mamíferos, de sentir su microclima. el abrigo invernal y la frescura en el verano.

El Jardín Botánico de Coria reúne en su colección a la gran mayoría de las especies vegetales leñosas de Extremadura. Hace comprender cómo es y han sido los bosquetes de nuestra región y ofrece una visita agradable y placentera. Sus guías están a la disposición de quien las solicite.


 


 


 


 


 

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