viernes, 23 de enero de 2009


 


 


 

El Sr. Vicente"el del té"                

Puede que a ustedes no le hablaran nunca del Sr Vicente el del té", acrisolado como empresario hostelero desde la última década del siglo XIX en plena Plaza Alta. Ni tampoco voy a darme autobombo, invitándolo1999, editado por Tecnigraf"Badajoz en el recuerdo", donde se narra detalladamente su trayectoria profesional, pero sí lo animo a que pregunte a los viejos parroquianos del enclave más importante de Badajoz desde muchos siglos anteriores o a su hijo Antonio Gordillo Villoría, que fue emblema elegantede la industria textil de Justo González Castromil. Vicente Gordillo Llerena "el del té , de iluminada fama entronca con el casticismo extremeño. Su ocupación promordial desde muy joven era la de calefactor mecánico de las Hospital Militar Pero he aqui que tras darle bastantes vueltas al magín, decide invertir sus pecunios y abrir un café en el número 5 de la Plaza Alta, en un inmueble inmenso de dos plantas y azotea, sitado a la derecha del primer arco del Peso del Colodrazgo, contiguo a la barbería de Martin y la taberna del Cacharrero.

E l café lo inauguró el 8 de diciembre de 1901 y se hará inmediatamente popular por su peculiaridad en tomarse un buen té caliente. Sin menospreciar la antigua tradición de tomar café, desde muy temprano, antes del alba. Ya a las cinco de la manana... comenzaba el trasiego porque llegaban a la Plaza, los camiones de pescado de Zambrano y otros muchísimos comerciantes deseosos de adquirir cuanto antes los productos dentro de un mundo variopinto y colorista. Los fogones ardían. Todo estaban a pleno rendimiento dos horas antes.

La Plaza Alta bullía en un enjambre de vendedores, compradores, aviadores, lateros, carros que traían las más variadas mercancías a Badajoz y en consecuencia, para atender aquella marabunta de personal, el Sr Vicente tenía todo listo. La tradición que impuso fue tomar tras el refrigerante té una copita de aguardiente, que realmente daba la cantidad suficiente como para tragar 'un sorbo'. Evidentemente, el café había arraigado en España tiempo ante que en los sajones, pero la novedad hizo que los trabajadores no solo aceptaran de buen grado el cambio de infusión, sino que se llegarían a convertir en adeptos,

"La tradición que impuso era la de tomar acompañando al refrigerante té una buena copita de aguardiente""para ira calentando el cuerpo". Unas lágrimas de aguardiente y un vaso de té

Pasadas unas horas, llegaría el tradicional desayuno del café con churros. En cualquier caso, el Sr Vicente el del té, hombre de intuición hostelera donde las hubiera, con unas camareras y la ayuda de su esposa: Soledad Villoria Pascuas , para aquellos que lo solicitaran, tenía preparada dos grandes cafeteras, con las que se tiraba el café y la leche (a dos manos), a gusto del consumidor: no obstante, el apelativo del Sr Vicente "el del té', le vino precisamente por ser el primer introductor en nuestra ciudad de la aromática bebida de tan alta raigambre en la sociedad inglesa. El Sr Vicente "el del té" constituyó en su tiempo y a lo largo de toda su vida un ejemplo de prestancia y elegancia que se exigía así mismo, como una bandera flameando al viento en la recoleta Plaza Alta. Bien parecido, alto, de cabello muy corto, engominado a la moda de principios de siglo, ojos viarachos , nariz recta, tal vez débilmente curvilínea, mostacho muy rizado y en punta gracias al rijador; gustaba usar camisas con pasador de cuello clásico, chaleco y traje combinado, amén de la capa española en invierno. Por toda la ciudad corrren las voces del nuevo café que es concurrido casi a todas horas, pero, es más, hace que los pacenses se inclinen por el té de manera generalizada, permaneciendo este placer durante años. A su fallecimiento en 1951 pasó a ser taberna "Casa Vitamina" y posteriormente se instaló la "Huevería San Vicente". Pero la iniciativa del Sr. Vicente permanece inalterable en el recuerdo de nuestro costumbrismo, perdido entre jirones de nostalgia.

Pepe Vela

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