viernes, 23 de enero de 2009

Sierra de Hornachos,

entre el valle de los moros y de los cristianos


 


 

La Síerra de H ormachos e tina gtan sorpresa en medio de la llanura de Ftetrrt de l3qrr y dc la Se cnaStts tonos azulados se recortan cii el añil del cielo y stis crestas son las reinas de estas tierras.

El pueblo de Hornachos se agarre desde hace siglos al roquedo y sc' extiende ladera ahajo.

La antigua Fornacis debió nacer como consecuencia dc los asentamientos mineros. aunque otras opiniones apun— lan a los muchos hornos de pan construidos en honor a la Diosa Protectora Fornacis". Otros autores se inclinanpor hornos de fundición de la plata que u ti Ii zá,-on romanos y arabes.

Durante el periodo musulmán fue Hornachos centro habitado por ocupantes árahes. Su reconquista se produjo en 1,234:

a finales del siglo XV la población era exclusivamente mudéj ar y com prend fa casi la mitad de todos los moriscos dc Extremadura que permanecieron en Hornachos durante cuatro siglos. La con ~avenc, a entre la poblac ion cristiana y mu sul— mana. tolerante al principio, sc deteriora Iras el decret.o de expulsión de judíos y moriscos promulgado por los Reyes Católicos, Carl os ¡ ordena, por otro lado, demoler edificaciones resurgiendo el caserío en su actual asentamiento. En cuanto al castillo que fue castro romano y fortaleza árabe y cristiana. estaba va destruido en el siglo XVII.

El mestizaje, los asentamientos prehistóricos, que se reflejan en pinturas del neolítico y el arraigo de las diferentes ct,lturas han marcado tanto a los vecinos de Hornachos, corno a su Sierra.

Al viajero, le será fácil llegar a Hornachos, bien desde Tierra de Barros, por Al mendralejo. Vil lafranca, o por la otra cara, desde la zona de la Serena o incluso Mérida.

Yo les recomiendo que sc pierdan por la zona alta dc la pobl a— ción y beban del aeuafresca de sus fuentes: l,a fuente de los Moros, el Pilar de Ribera, el de Iris Cuatro Caños, cl Pilarde Palomas, cl de San Francisco.... La/bm de [amiNo, a ¡a puerta de la extraordinaria Iglesia de la Purísima Concepción -siglos XII al XVI- y los paseos, sin prisas, en el atrio empedrado a la portuguesa del Santuario de Ntra. Sra. de los Remedios -la Patrona— o junto al convettto de San Francisco —siglo XVI—. En los atardeceres, un buen sitio para captar inolvidables puestas de sol, lo tenemos en el Pós ita, cdi Íició del siglo XV

-hoy reconstrriido- que pudo ser mezquita idealizándose más tarde conlo granero para guardar haÇt.a 8.00(1 fanegas de trigo. El conjunto sorprende por sus altas bóvedas de cañón en ladrillo visto.

Pero es la sierra la que arrastra como un man y, por eso, también les propongo alguna de las rutas que, en su día. se pueden realizar a pie, mochila al hombro predispuestos arecibir muchas y diversas sensaciones.

De la mano de mi amigo Carlos Ridruejo-l-lornachego, enamorado de esta sierra, he pasado del Valle dc los Moros al de los Cristianos a través de la "Senda Moruna" empedrada en casi toda su longitud y que hace siglos comunicaba a estas tierras con Toledo. Arrancamos de la "Fuente de Palomas". junto a un rebaño de cabras encaramadas en las piedras del abrevadero coronado por el escudo Imperial.

La subida hasta el conocido "Lavadero -siglo XIX- cs suave: allí adn permanecen las pilas dtmde se lavaba las ropas, las gruesas vigas de madera y una fuente, la de los "Moros", construida, al igual que la de "Palomas", en 1.580. Uno siente la necesidad de meter la cabeza en este aljibe de aguas tan finas y frescas o de subir al roquedo, en el "alto de la Sillá" donde está la "madre" de estas cristalinas• ~aguas y las pinturas rupestres del Neolítico escondidas en sus abrigos.

Pero seguimos la marcha sobre la alt'ombra empedrada del sendero que bordea la Sierra del Carrascal: las jaras pringosas y blancas, el cantueso, los chaparros, enebros y alcornoques perfuman el ambiente que se hace fresco en las alturas. El camino que hemos seguido enlaza con la "Senda Moruna"; una antiquísima vía de comunicación utilizada por los mercaderes y soldados y que unía Hornachos con Toledo. La contemplación de la "crestería" de la Sierra Grande, bien merece otra parada. Detrás se adivina otro paisaje bien distinto donde los milenarios alcornoques tapizan de intenso verde de las laderas. Allí, el jabalí es dueño y señor de la espesura y en el cielo las grandes rapaces se enseñorean del paisaje. La atracción es irresistible, pero hay que descender, lo hacemos por los llamados "escalones"; un tramo del camino en zigzag que, en suaves rampas de piedra. permita el caminante bajar de la sierra con cierta comodidad.

Ya estamts en el Valle de los Cristianos y podemos admirar, enfrente, las ruinas de un castillo que permiten imaginar su antiguo esplendor La senda discurre entre el "salto de la Moza" y el "peñón de la Campana" mudos testigos de la silenciosa paz.

De nuevo el pvehlo de Hornachos está a la vista aunque, para un mc~orenÍoque de la fotografiapanorámiea, nos acercamos al "Pósito" un granero felizmente recuperado y lugar fresquisimo donde la vista se aleja kilómetros y kilómetros hasta descubrir al fondo el Pantano de los Molinos. La luzdel atardecer sobre la solana de la Sierra y un chico hincando el arado romano que arrastra una muja en el olivar serrano, completan el encuadre.

Por unas calles de casitas muy bajas, con zócalos pintados de añil y ocre, bajamos al convento de San Francisco, bello lugar del que solo queda en pie su iglesia y lo que debió ser la huerta. Una fuente, la de San Frnacisco, nos apaga la sed del

camino que hemos bautizado como la "Ruta entre el Valle de los Moros y de los Cristianos".

Se trata de una opción viajera por la Sierra de Hornachos aunque existen más: la Ruta de Trasierra o la del Valle del Pocito. De ellas y de otros encantadores paseos se obtiene información en la Oficina Municipal de Turismo. Y para comer nada mejor que platos caseros en el Bar la Parada, los Remedios y Marcelo. Para llevar, un recuerdo dc artesanía en madera, roble, castaño, naranjo, encina. corcho,, alambre, juncias o mimbres. En Hornachos aún encontramos un artesant, "chocero" y a muchos del carbón de leña de encina y olivo.

Lucio Poves Verde


 

                                    

        

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