lunes, 20 de junio de 2016

DESEMPOLVANDO RECUERDOS DE HERVÁS

Creo que no existe en Hervás ni una sola calle, ni un solo rincón que no me traiga miles de recuerdos.
Recuerdos de la niñez, de la adolescencia, y también porqué no decirlo de la madurez.Hervás:¡que buen pueblo para andar, ver escuchar, para amar!
Recuerdos inesperados que creí que se habian perdido entre los paraísos remotos de los años pasados. Son sus calles cortas y largas, nunca sabes dónde empieza una y dónde acaba la otra,ni uno sólo de sus rincones tiene desperdicio; es verdad el viejo dicho que más o menos reza:”No sabes lo que tienes hasta que no lo pierdes ”,pues bien, cada vez que llego a Hervás, se me inunda el alma de recuerdos y nuevas sensaciones que hacen que uno cambie hasta su forma de ser. Luego viene la contrapartida, el terrible desencanto de tenerme que marchar y es entonces cuando me doy cuenta de que estoy perdiendo un trocito de vida que irá a morir en el recuerdo.
Para ir a Hervás, siempre hay una disculpa, siempre se encuentran unos días, que saben a muy poco, al margen de la cantidad de veces que vayamos durante el año. Yo tengo una norma, nunca dejo pasar más de tres meses sin hacerle una visita a ese pueblo que me vio crecer y madurar.

Y como dice Valentín Ginés: “ Hervás es un pueblo que parece hecho a la medida del hombre, se respira un ambiente acogedor”. Destacan entre todo, la amabilidad de sus gentes, porque en Hervás, nadie es un extraño, nadie es forastero, porque en Hervás la hospitalidad es, una forma de vida.

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