domingo, 21 de septiembre de 2014

HERVÁS PARA FORASTEROS

Recopilado del Libro “Extremadura de trecho en trecho” de Víctor Chamorro

HERVÁS PARA FORASTEROS

Fascinante Judería


HERVAS es un pueblo que parece hecho a la medida del hombre. Se respira un am­biente acogedor, quizá porque no hay calles rectas que suelen dar tristeza y desasosiego. Las de Hebras tienen tiendas siem­pre abiertas y cestas de fruta invadiendo las aceras. También se nota el silencio.
Sus cuestas dan siempre nue­vas perspectivas. Hay soporta­les con bares, tranquilas plazas con fuente y abundancia de sol. Los alrededores son abier­tos, llenos de aire, en una na­turaleza plena y luminosa.
Hay dos Hebras: la parte ri­ca y la parte pobre. La prime­ra es acogedora, y la segunda. Misteriosa: la judería. Un barrio fascinante, quizá único en Es­paña. Penetrando en él por la Cuestecilla casi se domina por entero. Es otro mundo, pleno de rincones secretos y placitas minúsculas, en cuyas torcidas fachadas los tiestos y latas de geranios alternan con las som­bras misteriosas de la cal. La casa del rabino, las sinagogas. Alargadas y tortuosas calles que casi se cierran por arriba mediante saledizos y aleros; sus muchos recovecos permi­ten toda la discreción del mun­do. Por eso sus gentes hacen media vida en la calle, al sol. Algunas viviendas están ancla­das a robustos pedruscos a la vista, un apoyo tan inteligente como la disposición de los en­tramados de castaño y adobe.
Una leyenda a la altura del escenario: la despótica ley de 1 os Reyes Católicos dividió a Hervás en cristianos y herejes, pero no pudo impedir que la hija del rabino y el heredero del jefe católico se enamora­sen. Aunque se veían de no­che, fueron descubiertos y dila­pidados. Pobre Julieta de per­fil agudo 1
Desde 1969 toda la judería es monumento nacional, y sus vecinos no pueden modificar las fachadas. Incluso para arre­glar el interior tienen que pedir permiso a la Dirección General de Bellas Artes. Los técnicos han intentado mejorar algunas cosas, pero no siempre con éxi­to. Por otro lado, los viajeros opinan bajo el punto de vista estético y los habitantes desde
El práctico, y difícilmente pue­de haber un acuerdo.
Como no se puede imponer una religión por Real Decreto, como hicieron Isabel y Fernan­do, los judíos de Hervás se hi­cieron católicos para no tener que emigrar, y tenían que em­plear ciertos trucos para no de­latarse. Así, las madres he­breas teñían con pimentón el pan untao” de la merienda de sus críos para que pareciera el chorizo en la rebanada de los chicos católicos. Curiosamente, en este barrio se llama “pipas” a las alubias, ya que perdura el temor a usar el término “ju­días”, que sigue siendo sinóni­mo de insulto, y según me di­cen, aquel entrañable pito de hueso de albaricoque es de ori­gen semita; igual que los ape­llidos de profesión, como Herreros, Tejedor, Labrador, Hortelano, Campos y Flores.
Todavía es corriente bautizar en Hervás con nombres tan eu­fónicos como Neftalí, Efraín, Noé, Israel, Ester, Moisés y Ju­dith; Salomé es incluso más frecuente en hombres que en mujeres. También perduran di­chos populares, tales como “Árabes, judíos y cristianos, to­dos hermanos” o “En Hervás, judíos los más”. Es habitual
Un juego infantil llamado “del rabí”, en el que uno hace de víctima, y estando de cara a la pared se le hace una “judiada” y luego se le pregunta: ‘>Quién te ha picado?”, y él contesta:
El rabí 1”, entonces los demás gritan: “j Pues tráelo prendido de la nariz!”, teniendo que adi­vinar el pellizcado a su agresor.
El gancho de Hervás hace que todos los años venga un grupo de arquitectos ingleses a dibujar la judería y a exponer en el pueblo sus láminas, que luego se llevan al marcharse. Pero el lugar también da sus propios artistas: Emilio Gonzá­lez, poeta, y Enrique Pérez Co­mendador, escultor. Y también políticos, como Pablo Castella­no. El novelista Víctor Cha­morro también se acerca por aquí los veranos. En el cerca­no Guijo de Granadilla nació y murió José María Gabriel y Ga­lán. El vecino pantano de su nombre es despejado y pictóri­co, estupendo para merendar o acampar.
En lo más alto de Hervás hay un dominante castillo que, además de fortaleza, es iglesia de nombre sorprendentemente estimulante: Santa María de las Aguas Vivas, de recia sillería granítica. La torre templaria que la corona se conserva buen estado. Cuatro colu de impecable orden tosc soportan resignadas el arc la portada. Los arqueólogos tán de suerte, porque aun da parte de la antigua muralla ciclópea.
La iglesia de San Juan tiene tres retablos churriguerescos Aquí hay un Cristo del Pe que está arrodillado sobre bola del mundo, con los e mas de la crucifixión en cuerpo. Una tradición pía dice que la imagen sangró durante tres días de 1716.
Como es natural, el Ayuntamiento no podía estar en casa corriente, y se puede comprobar en su gran patio col nado de un antiguo monasterio franciscano del siglo XVIII. Estos cuatro edificios son también monumentos nacionales.
En Hervás, como en otros lugares de Extremadura, se llama pitarra a la cosecha de  cada uno. El jugo d inocente culpable se llama que y entra de maravilla. Andan bien de lo gastronómico porque entre el calderillo morago, el zorongollo y chanfaina (vaya nombrecito hay para todos los estos y bolsillos. En el sencillo tal García sirven sopa de cocido. Cazuela de bacalao y pimientos rebozados con salsa reina—, con pan y vino y flan, todo por 200 pesetas.
Los negados, perrunilla dulces de horno casero extraordinarios. Los aficionados al confort tradicional tienen su cita en el Casino , y los que prefieran el ambiente espeso y tasquero, en la subida al castillo, la Cueva del Calvo, aunque en la puerta no hay ningún cartel ; y en la judería, para en La Bodeguilla.
En los dos sitios acompañan al trepador caminante  con pinchos de tortilla, cecina y delicias típicas de la tierra
Hervás ha ganado muy merecidamente  varios premios de embellecimiento. El trato exquisito de sus gentes, su habla típicamente serrana(ligeramente canturrona) y sus paisajes.
 Existen pegatinas para coches que dicen “Hervás, jardín de Extremadura’. A la entrada de Hervás o a la salida, según vayas o vengas, hay carteles que te dan la bienvenida :”Si a Hervas vienes sé bien recibido”o que te despiden:” Si de Hervás te marchas, lleva buen viaje”
No es nada exagerado. Hay que verlo.


Valentín GINES

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